domingo, 18 de agosto de 2013

Cenicienta del McDonald's

Otro día más despertándome para hacer otra vez lo mismo: trabajar. 
Peinándome para lo mismo: atender.
Vistiéndome para lo mismo: servir.
Llego al trabajo y me pongo el uniforme, junto a mi sonrisa cordial y unas ganas de seguir que tengo escondidas la mayoría del tiempo.
Empieza la vida real.
Saludo a todos mis compañeros. Soy como una extraña en una gran familia, pero me han acabado aceptando. Pocos saben que no seguiré mucho, pero hacen como si no pasara nada.
Me toca salir a escena. 
Me coloco en mi puesto para atender. 
Pasa la gente y el tiempo. Un hombre con un bigote y dos hijos me da ánimos diciendo que a sus hijos les gusta que sonría tanto. Se escapa una risa y todo sigue.

Horas.
Horas.
Horas.
Van pasando.

Las diez. Mi hora.
Impaciente espero a que digan mi nombre y pueda salir corriendo como cada noche para no perder el autobús que me llevará a casa.

Mi nombre. 

Paso entre los compañeros. Todos me recuerdan la suerte que tengo.
Cambiarme rápido es algo que ahora ya tengo asumido. 
"Hasta mañana menor" dicen algunos como forma de despedida.
Sonrío de verdad. 

Antes de salir, alguien dice: Hasta mañana Cenicienta.

Cae una de mis bambas, y antes de que nadie pueda cogerla, ya la tengo en la mano.
Río y corro hacía mi transporte, ese que mañana me traerá de vuelta.

sábado, 3 de agosto de 2013

Bienvenido

¿Ella te dijo que te quería? ¿Te dijo que estaría allí para siempre? ¿Te prometió cosas que no ha cumplido?
Bienvenido a mí.
Me dejaste sin nada en que creer.
Con promesas sin cumplir.
Diciendo palabras vacias.
Dejando que los monstruos que eché de ti, entraran en mí.