jueves, 30 de abril de 2015

Retrospectiva dirección centro

Creo que más de una vez he hablado sobre mi intento de corazón, y quiero que veáis como es. Solo un poco.

Si lo observas con (y sin) atención, puedes ver una gran placa cedida por mi familia no escogida, remachada por mi hermana, que no lo sabe, pero ella es la que me mantiene entera a base de vídeos de cómo comen los animales, de gritos, abrazos y hostias deshechas en entrenamientos

Justo encima encontramos a mi familia escogida que crece y cambia. Somos seres tan heterogéneos, que formamos una imagen de foto. Somos como las chapas que llevo en mi estuche, tan dispares que es bonito participar.
Desde esta gran placa salen tubos, tuberías y otras cosas que conectan con trozos más particulares, donde se esconden (no demasiado bien, a decir verdad) un Amigo A aullador, a Mus de juego y música, un pelirrojo falso, un grupo de Ruh que hace casi todo el ruido de esta maquinaria, un dragón naranja, verde y azul; un Sol lila, alboroto hecho abrazos y desaparecidos.
Estos si que se esconden bien, pues ya no sé nada de ellos, como Morfeo, o el ángel desaparecido, o la pequeña mallorquina que aparece y desaparece de aquí cantando, o la bola rosa que no dormía nunca jamás cuando tocaba, o con el que compartí un chocolate a distancia

Todos ellos han formado partes de este trasto que llevo por corazón.

Con tanta gente que he nombrado y que no he hecho, parece que deba pesar, pero no es así.

No sé, estoy orgullosa de este intento de corazón que se ha formado con tantos recuerdos;
y puede que sea porque me hago mayor y crezco para los mayores y esos que inventaron la edad, pero me apetecía mostrarme más de lo que a vosotros os parece normal y yo encuentro poco. 

No lo siento si no os ha gustado, y es un placer escribir porque puedo. Gracias.



sábado, 25 de abril de 2015

Me topé con una rosa en bus

Una rosa.
               Mayor,
                           plata,
con años en sus hojas
que se han movido al son de canciones
que jamás llegaré a escuchar.

Con amor por el dragón por el que vivió.

Una rosa domesticada, como la del chico del pelo de trigo.

Con lazos rojos por todas las risas,
conectados con diferentes planetas que poco tendrán que ver.

Con paciencia, orgullo,
con los pétalos dirección cielo y más allá.

Con raíces al viento.

Con movimiento impactante,
con silencio por canción y algún idioma que me falta por entender sin escuchar.

lunes, 6 de abril de 2015

Un pollo azul imperdible


En algún lugar había un pollo, un pollo azul.

Cada mañana miraba el gran cielo que siempre estaba allí arriba, inalcanzable.
Un cielo gris, lleno de vacío y otras muchas cosas que no llegaba ver con sus pequeños ojos.

Le gustaba pensar que algún día llegaría a tocar esa masa que parecía esponjosa y solida a la vez.

Era tanta su ilusión, que cada mañana daba unos cuantos saltitos, a ver si así menguaba la distancia entre él y el cielo. Pero la distancia nunca cambiaba, siempre era la misma.

Frustrado porque la distancia siempre fuera la misma, decidió sumergirse en un lago, pues una manera de llegar al cielo, sería a través de su reflejo.
Lo único que logró, fue dejar el agua azul a causa de sus plumas.

Otro de sus intentos, fue pedírselo por favor, pero no obtuvo respuesta, así que está tampoco fue una solución para llegar allí arriba.

Lo último que intentó, fue volar. 
Aleteó todo lo rápido y fuerte que pudo, mas solo se elevó un palmo del suelo.
Pero de lo fuerte que había aleteado, muchas de sus plumas se fueron con el viento, haciéndole así cosquillas al cielo y volviéndolo azul. 
El pollo azul, nuestro pollo azul, sonrió.