domingo, 9 de marzo de 2014

El tiempo perdido y ganado

Estaba muy cansada.
Demasiado viaje, y más difícil en su estado.
La parte buena, es que no estaba sola.

Lo había conocido antes de partir, y habían hecho buenas migas desde el principio.
Después, todo fue a una velocidad tan vertiginosa, que de solo recordarlo, se mareaba.

Los rodeos iniciales, salir a bailar, ir donde quisiera que les llevara el viento...
El bonito principio que todas las películas enseñan, pero desde otra perspectiva.

Rápido.
Esa palabra le parecía pequeña en comparación a la velocidad de su vida.
Una vida efímera para llenar en poco tiempo.
Como cuando te avisan el día antes de que te vas de viaje al día siguiente.
Demasiados días para una sola frase. Poco tiempo.


Ya quedaba poco para llegar y para que los pequeños lo hicieran.

Ese pensamiento hacía que estuviera feliz y triste al mismo tiempo, pues no podría verlos.
La parte más bonita es que los quería con todo lo grande que era su corazón sin haberlos conocido aún.
No era el mismo amor que sentía por él, pero tampoco era comparable. Sentía diferentes tipos de amor.


Cada vez el tiempo corre a más velocidad. Ya casi no le quedaba.

Junto a su grupo, puso los huevos y, junto a su compañero, les deseó lo mejor a sus pequeños.

Dejó de mover las alas esperando que sus hijos las lucieran orgullosos, pues seguro que serían unas alas preciosas; como las de su padre, con colores vivos y chispeantes.