Durante un segundo, me he encontrado en las palabras de otra persona.
Y en lo primero que me he fijado, ha sido en el mero hecho de que ya no era yo.
He recordado.
He recordado como fui flor silvestre amarilla.
Como pasé a ser matojo de nervios,
y pasando por ser hojas secas, llegué a ser yo,
ser sin ton ni son,
con un equilibrio desconcertante y un camino sin marcar.
Y he reaccionado.
No hay más yo que uno mismo, tanto presente como pasado, así que palabras claras dan verdad.
He hablado con el yo ajeno y he encontrado diferencias entre el huevo y la castaña, por fin.
Esta desconcertantemente perdido, pero creo que es capaz de darse cuenta de que puede salir del desconcierto y hacer música de su vida.
Le faltan pasos, pero hay tiempo para todos, así que puede andar tranquilo.
Suerte, tú.