domingo, 13 de abril de 2014

"Recuperar", un verbo perdido.

El cuarto visitante se presentó en un momento inesperado.

Estaba sentado en mi butaca, mirando la lluvia caer por la ventana; cuando de pronto, oí que alguien resbalaba en la entrada de mi casa. Como nadie se dirigió a abrir la puerta, fui yo mismo.
Hacía bastante frío, así que cogí mi bata de encima del respaldo de la butaca y me la puse. Mucho mejor. Cuando llegué a la puerta, noté un viento frío y húmedo en los pies. Fue una sensación extraña, que no se como acabar de describir.

-¿Hay alguien?

Nadie contestaba; pero yo estaba seguro que había oído un golpe muy fuerte.
Reculé por donde había venido; pero de golpe, oí un gemido muy débil, como si algo o alguien estuviera intentando aguantar el dolor. Decidí abrir la puerta.

-¡Señor! ¿Qué hace usted aquí?

-Yo... Perdone.

-Hace muy mal tiempo para que nadie se pasee por aquí. Entre, que aún se resfriará.

Le dejé mi bata, y la criada le trajo un vaso de leche caliente, y lo atendió. Cuando el pobre hombre hubo reposado, fui a hablar con él.

-Ahora que se encuentra mejor, podría usted decirme que hacía en la entrada de mi casa?

-Disculpe. Yo iba paseando bajo la lluvia, un sitio idílico para pensar un cuento; cuando oí una voz dulce proveniente de su jardín. Cuando me dirigía a llamar a la puerta,  resbalé y caí. ¿Usted sabe de quien puede ser la dulce voz que he oído?

-Sintiéndolo mucho, desconozco a que voz se refiere. No hay nadie en mi jardín, y menos bajo esta lluvia.

De pronto, el parecido del visitante cambió.
- ¿No la oye? Es una voz muy suave, como si te acariciara.

-Lo siento, pero debo estar empezando a padecer sordera.

Pero el visitante ya se dirigía hacía mi jardín.

-¡Mírela!¿Verdad que es bonita la Luna? (suspira de alivio). Ya he encontrado a mi cantante, señor. He decidido que a partir de ahora, escribiré solo para ella.

- ¿Y tendría usted la buena voluntad de decirme quien es esa maravillosa cantante?

-¿ Pero no la ve? La Luna es la mejor cantante, la más bella y la más solitaria. Yo le dedicaré todos mis insomnios y mis cuentos, para que se sienta acompañada.

Esa rareza de visitante se adentró en el pequeño conjunto de pinos que tenía en mi jardín; y desapareció.

Durante la mañana siguiente, la criada y yo registramos todo el jardín, pero no encontramos ni rastro de aquel hombre.
Creo que encontró lo que buscaba.



Este cuento, ha sido recuperado de un pequeño baúl.
Espero que no haya perdido demasiado con el tiempo, y que se parezca al buen vino

     

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