martes, 16 de diciembre de 2014

Gran lectora, mejor mentirosa

Hoy ha llovido sin motivo aparente.


Pero sin aparentar,
            ha llovido por las mentiras sin contar.

Porque callar pesa, y más si callas con aquellos que te escuchan.
Porque si a desaparece, no te queda n d , y menos  lguien.
Porque puedes llorar para dejar escapar la tristeza o bien para dejar paso al dolor.

Porque ya no sé ni como me aguanto tirada aquí arriba.
Que sí, que nada puede tocarte, pero llega de todo.

Arañazos miedosos que piden entrar porque no han aprendido a vivir sin ti.
Alguien que golpea desde el otro lado de la pared, sin respuesta alguna.
Contadora de grandes mentiras escondida por París.
Miedos ajenos que se quedan después de la merienda protocolaria.

Y, oh... las promesas... Esas que se presentan encantadoramente bien, y huyen al mínimo despiste.
Nunca os fiéis de un prometedor en los malos momentos. pues hace desparecer una palabra en 0,
Ese que te hace ver que el problema no es nadie más; que el gato de ojos verdes te mira a ti.
Ese que sabe abrazarte con palabras, pero jamás lo volverá a hacer.

Ese que sabe de música, de libros e incluso de personas. De personas sin juzgar, pues no ha asistido jamás a un juicio. De dedales y mordiscos. De reír sin hablar.
Incluso sabe dejarte sin preguntas, pues él se las ha quedado todas.

Pero lo importante de este amigo, es que no suele ver el otro lado; que se esconde después de hacer explotar la puerta de la salida de emergencia, dejándote a la intemperie.

Pero nunca se culpa a este amigo, pues dice la verdad sin abrir la boca y nunca llega a pillar las indirectas atadas a piedras.

Amigo A, ¿cuánto pesa un adiós? Espero que no lo sepas.

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