viernes, 7 de febrero de 2014

Puestos a perder...

¿Alguna vez habéis perdido las ganas de ganar? ¿O la capacidad de ver la nariz del oso polar en una tormenta de nieve? ¿O el instante en el que te das cuenta que no solo la lluvia cae y no se levanta, que también lo hacen las hojas?
Son instantes tan microscopicos que ni con el mas avanzado aparejo de observar cosas pequeñas los llegamos a ver.

Como ese momento en el que se que voy a perder(me) otra vez. Y eso contando que me gustan los empates; al menos los que tengo con cierto tipo de juego.
Bueno, que tampoco puedo llamarlo juego, porque no nos jugamos nada, que entonces si que perdería del todo.
Tampoco lo perdería todo, pues estoy casi segura que mi nariz no tiene piernas y que, de momento, mi cabeza sigue siendo en parte mía.
Ves, eso si que lo he perdido: la cabeza.
La perdí esperando, pues ella se fue a buscar unas galletas en el armario de la cocina, y tardo casi tres meses en acordarse de volver. Después, vio unos labios rosados como las rosas, y se enamoro tanto que tuve que decirle que el lobo vendría a buscarla si no paraba de darle tantas vueltas. Ahora siempre lleva una pieza de ropa roja para que el lobo la encuentre. Menuda cabeza la mía.

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