En un día de esos que no hay nadie en medio de un campo de flores, un pequeño brote desplegó sus pequeñas hojas.
Al observar su alrededor y encontrarse rodeado de tantas flores, decidió que como tenía que crecer, quería saber cual era la parte positiva y la negativa de cada una, para así poder escoger la que mejor le fuera.
A las primeras que preguntó, fueron las rosas.
- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser una rosa.
Las rosas, orgullosas de si mismas, respondieron:
- Pues mira, pequeño brote, las rosas rojas estamos consideradas la flor del amor y de la pasión, somos complejas y radiantes, nos sabemos proteger y muchos nos admiran por ser como somos -entones la rosa que hablaba con él, se encogió un poco y cabizbaja continuó su explicación- pero por ese mismo motivo, nos arrancan y muchas veces nos dormimos con el miedo de desaparecer al día siguiente. Además, con nuestras púas, hacemos daño sin distinción alguna, es decir, que también hacemos daño a nuestras compañeras y amigas.
El brote, habiendo escuchado a la rosa, se giró para hablar con las margaritas, y formuló la misma presentación:
- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser una margarita.
Las margaritas, sorprendidas y alegres, respondieron:
- Oh, buenas pequeño brote -dijeron con prisas- Pues pues pues ser una margarita es agradable porque siempre estas rodeada de tus amigas y puedes hablar mucho y te pasas el día al Sol, pero... -entonces el tono de la margarita que hablaba se vio reducido y su velocidad disminuyó- Pero al ser una margarita, te arrancan para hacer decisiones simples como nosotras, y muchas veces no se nos tiene en cuenta por ese mismo motivo: la simplicidad. Comparado con muchas otras flores, no tenemos un qué especial...
El brote, al ver a la margarita cabizbaja, decidió que era el momento de hablar con las violetas.
- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser una violeta.
Las violetas, todas juntas y sonrientes, se pusieron a hablar muy rápido.
- Pues mira mira mira, ser una violeta es muy divertido porque te bañas en luz tanto como puedes, y tenemos un color tan especial que recibimos su nombre, o al revés; no lo sabemos -rieron todas como si fueran pequeñas campanillas- y siempre estás acompañada, pero -las violetas quedaron cabizbajas y continuaron- tenemos una vida corta comparado con las demás flores y no podemos hacer tantos amigos como nos gustaría, y debido a nuestro tamaño, muchos, al no ver las flores, nos pisan sin cuidado alguno...
Al ver las pequeñas violetas así, decidió que era el turno para hablar con los girasoles, y una vez más, repitió su presentación:
- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser un girasol.
Pero no recibió respuesta, así que probó a gritar, y por suerte, un girasol oyó su presentación y se giró para hablar con él.
- Buenas tardes, pequeñísimo brote. Pues la verdad es que nos pasamos el día siguiendo al Sol, así que podemos mantener largas charlas con él, y tan largas, que ya hemos adoptado su color; forma parte de nosotros. -el girasol, tan alto como era, se encogió un poco- Pero más de lo que nos gustaría, nuestras pequeñas semillas son raptadas y comidas, así que nuestra libertad es muy reducida y no podemos hacer demasiado con esta realidad, por muy altos que seamos.
El brote, tras haber escuchado a todas las flores de su alrededor, se sumergió en sí mismo, y empezó a meditar que flor quería ser de mayor.
Tanto tiempo se pasó meditando, que al volver con su decisión tomada, se encontró con unas vistas totalmente diferentes a las que recordaba. Todo era más pequeño, mucho más pequeño. Y las flores que antes le parecían enormes, ahora eran motas de colores en el extenso campo que lo rodeaba.
Al mirarse a sí mismo, descubrió que aquello que lo recubría ahora era rugoso y estaba transitado por pequeños insectos que le hacían unas cosquillas muy agradables. Descubrió que sus pequeñas hojas ahora estaban conectadas a grandes y fuertes ramas, vestidas todas de un verde cambiante. Y sus raíces... Ahora llegaban más lejos y se habían ensanchado, para así aguantar su actual estructura.
Después de un largo y corto periodo de tiempo, el brote descubrió que no era una flor, sino que era un gran roble en medio del campo. Y notó toda la vida que lo rodeaba y vivía en él. Y notó el viento que mecía sus hojas, como cantaban al unísono.
Y sonrió, como sonríen los árboles. Y decidió que esa era su mejor no-decisión. Y vivió, rodeado de todo.
Este cuento, surgió cuanto un lobo se dormía entre mis brazos.
Gracias a él, descubrí que los cuentos surgen, sin más.
Gracias lobito.
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